Tendencias en la cultura del trabajo para 2021 (1)

Estamos viviendo un momento histórico que lo está redefiniendo absolutamente todo. Se ha transformado la manera en que nos relacionamos, el ocio, la forma de comprar y, por supuesto, el modo en que trabajamos.

 En 2021 arrancamos un año en el que el coronavirus ya no es una novedad en nuestras vidas, sino un protagonista; pero lo hacemos con la enseñanza de todos esos meses previos. Vamos a usar ese conocimiento para tratar de anticipar cuáles son las tendencias en el ámbito laboral que más van a destacar de aquí en adelante.

Lo primero que nos viene a la mente es una palabra repetida hasta la saciedad: teletrabajo. Pero esto en sí mismo no es una tendencia: casi podríamos decir que es el nuevo estándar en las relaciones profesionales.

 Obviamente, como verás a continuación, el trabajo en remoto influye de manera determinante en la mayoría de estas tendencias, pero no es lo único que definirá el año que viene en lo laboral.

Puede que haya tenido que venir una pandemia global para que muchas empresas se vieran “forzadas” a adoptar el teletrabajo.

 Las reticencias siempre han sido muchas, incluso en contextos como el del comercio electrónico que tanto se presta a ello. En España, estamos habituados al presencialismo y nos cuesta asumir que las cosas se pueden hacer de otra manera.

 La realidad es que este impulso que ha recibido el teletrabajo durante todo el año 2020 ha demostrado que se puede ser igual de productivo y eficiente, que la tecnología nos permite suplir algunas lagunas como la de las reuniones, que hace que sea más fácil conciliar para los trabajadores, que es más ecológico y, lo más importante desde el punto de vista de la empresa: que es más rentable al poder eliminar costes innecesarios o redundantes.

 Sin lugar a dudas, en 2021 veremos cómo se consolida aún más la realidad del teletrabajo.

Uno de los problemas derivados del modelo de trabajo convencional es que los empleados se ven forzados a pasar muchas horas fuera de casa.

 Incluso aunque la jornada laboral no se alargue más allá de las 8 horas establecidas, tenemos que sumar todo el tiempo que se emplea en desplazarse hasta y desde el trabajo.

 El resultado es, en cierto modo, gente que vive de lunes a viernes para el trabajo. Prácticamente toda su esfera personal y familiar se desplaza hasta el sábado y el domingo, con lo que su nivel de satisfacción se resiente y son más proclives a “quemarse” en la dedicación a una tienda.

 El teletrabajo tiene la inmensa ventaja de devolverle al trabajador muchas horas de su propio tiempo a la semana y, además, es más flexible, con lo que se atenúa esa sensación de no llegar a sus prioridades personales.

Las paredes de las oficinas han dejado de limitar a los trabajadores. En 2021 veremos cómo el trabajo remoto nos lleva a otras ubicaciones de manera muy sencilla.

 Esto será beneficioso a todos los niveles, puesto que nos permite hacer trabajo de campo, ser más reactivos ante cualquier oportunidad o incidencia e incluso tener la libertad de aprovechar el ocio personal hasta el último minuto trabajando en itinerancia sin que la productividad se resienta.

 Parece que por fin se acaba con el concepto de ir a fichar a una oficina con máquina de café y archivadores metálicos del siglo pasado.

Derivada de la ubicuidad de los trabajadores, viene la del propio negocio. El concepto de empresa se vuelve mucho más fluido.

 Al liberarnos de oficinas y despachos, lo hacemos de todo tipo de compromisos con lo físico. Si consideramos que el negocio está empezando a ser más importante en el otro lado del mundo, podemos irnos allí 6 meses hasta que quede perfectamente ajustado y luego volver.

 También esto tiene un potencial ahorro muy importante. Ten en cuenta que puedes operar en los principales mercados del mundo trabajando desde un país o un área en la que sea mucho más barato establecerse.

Esto no es directamente una consecuencia del teletrabajo, pero sí tiene cierta importancia en ello.

 Nos hemos dado cuenta de que estábamos atados a un modelo caduco, una forma de trabajar absolutamente arcaica. ¿Hasta qué punto es beneficioso para la empresa tener a un trabajador dedicándonos 8 horas al día? ¿No será más lógico asignarle una tarea razonable y un plazo para hacerla?

En el momento en que dejemos de ver al jefe como una figura paternalista que tutela a sus trabajadores, veremos cómo las personas encuentran una mayor motivación de la que muchas veces se cree en realizar su trabajo. Si además se les da la potestad de disponer de su tiempo y gestionar su dedicación, veremos que la productividad sube.

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